19 septiembre 2006

Ecología y reciclables

Envases de papa y maíz
¿Qué tienen en común los estadios de futbol, las fiestas, los restaurantes de comida rápida y los congresos de académicos de todo el mundo? Que, independientemente de las actividades que se realizan en cada uno, en todos ellos los basureros están atiborrados de platos y vasos de unicel, que tardan entre 500 y 600 años en degradarse en circunstancias naturales. Por esto es una buena noticia que la compañía estadounidense Earth-Shell haya diseñado envases producidos con materiales biodegradables: de maíz, papa o tapioca y piedra caliza, productos que además son abundantes en el mundo. Estos utensilios se degradan en menos de tres meses.
Ya existen platos desechables biodegradables; por ejemplo, los de cartón, siempre y cuando no estén recubiertos de una película de plástico. Pero los de Earth-Shell tienen la ventaja adicional de que son térmicos y pueden contener líquidos, por lo que se utilizan para el café o la comida caliente. Además pueden calentarse en un horno de microondas.
El proceso de manufactura de los envases Earth-Shell es similar al proceso de hacer tortillas: se mezclan los ingredientes (piedra caliza, almidones, agua y fibras naturales) hasta formar una masa que se coloca entre dos moldes calientes. El agua se evapora aumentando la presión en los moldes y se procede a dar forma a los envases. Después se les añade una capa protectora de cera de parafina y otros polímeros naturales. No se utiliza en la producción ningún producto derivado del petróleo.
Los envases pasaron una serie de pruebas diseñadas por científicos de varias universidades estadounidenses para comprobar si son inocuos para el ambiente. En una de ellas, dirigida por Michael Stenstrom de la Universidad de California, se determinó el comportamiento de los empaques en el agua, evaluando su solubilidad, si eran o no biodegradables y su toxicidad. El estudio concluyó que el material de los envases Earth-Shell no presenta ningún impacto ambiental si se libera en un medio acuático. Es muy soluble y biodegradable, y no resultó tóxico para los animales marinos que se usaron en pruebas de laboratorio. En otras palabras, si un envase de este tipo llegara al mar, desaparecería en poco tiempo. Y el mar es precisamente el hogar último de millones de toneladas de basura.
Estos envases ya se pueden comprar en nuestro país, en una cadena estadounidense de supermercados. Pero además se está construyendo una fábrica en el Parque Industrial de Actopan, Hidalgo. A partir de 2007, la empresa Earth-Shell Hidalgo planea producir cerca de 120 millones de platos y tazones desechables, destinados al mercado nacional y para exportarlos a Centroamérica y Europa. Parece ser un buen negocio, para los empresarios y para nuestro maltratado planeta.

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