Por: Helguera
"Chiquillos y Chiquillas, no me voy, me corren." Anoche, en una revoltosa y descompuesta feria nocturna, en un sucio saco y en una sonrisa nerviosa, en unas ojeras llorosas y enfermas, en unas manos torpes y grandes, en un salón hermoso y con fallas de sonido, en una cobarde representación de burla e ignorancia de un himno patrio, Fox hizo entrega de la presidencia. En acto simbólico, prematuro y novedoso, paralelo a películas de violencia y series sin sentido, Felipe Calderón, se convirtió en presidente de la República y prometió representarla y gobernarla poniendo su vida primero.
Fox, al que un saco manchado por el maquillaje que le ponen cada vez que sale en tv --ya que su fanatismo por salir fotografiado y en vivo y directo por cadena nacional lo orillan a eso--, surgió sonriente, torpe, tirando hasta la bandera e ignorante de qué hacer con ella. Luego se dio un abrazo con Calderón y le dijo: "Te entrego el país, te lo dejo bien armado. Yo ya me voy, me urge dormir, desde mañana ordeño de nueva cuenta."
Pues bien, al terminar esta novedosa ceremonia, de la nada vuelve Calderón pero ya dentro de la Biblioteca José Vasconcelos de Los Pinos y dirige un mensaje a la nación, del cual no me acuerdo. Pero tenía que ver con su conciencia, su tarea, y lo que pensaba hacer del país después de esos quince minutos gloriosos de Fox en que arregló todo y descompuso más. Ah, también confirmó su presencia en el Congreso.
Los que tienen el poder, hasta ahora, nunca dijeron cosas negativas del perredismo o de los diputados violentos, pero sí los que en Radio Fórmula, Televisa y Tv Azteca se formaban; su objetividad fue rebasada por la Ley Televisa. El asunto es que hubo culpables, pero los únicos que no lo fueron son los del PAN y los de la presidencia, quienes felices llegaron a burlarse en la mañana del primero de diciembre al congreso, como si la situación del país fuera culpa de todos menos de ellos.
Ya en ese día primero, de nuevo presidente, los golpes se tornaron más fuertes, los curules volaban y el estrado principal del Congreso volvía a ser ocupado por lo panistas. Los invitados llegaron, ya no todos. Calderón entró por la puerta de la chacha, al igual que Fox, y en un acto veloz, hicieron lo que marca la constitución: Entrega de Bando, Protesta y canto del himno. Claro, en medio de gritos, chiflidos, aplausos, y manos en señal de victoria. Y también, con la misma sonrisa de Fox, burlona, a la que Emilio Gamboa acuso de impertinente y de provocativa sobre todo para el priísmo.
Luego, en el auditorio, en una entrada como de espectáculo, Calderón dirigió su primer discursó a la nación. Después de haber saludado a mamones, actrices escandalosas, escritores lamiscones, gente desconocida e indígenas, en los que se detuvo más tiempo y dedicó un abrazo mediático, subió con su familia al escenario y saludó al público. Ya en su discurso, uno muy bien preparado, con una orientación conciliatoria y progresista, con una exposición clara de objetivos e intenciones, con un compromiso fijo y tal vez prudente, con un texto lleno de citas e ideas de discursos de AMLO (1), el nuevo presidente aseguró que comenzará a decidir y dar órdenes sobre lo más importante desde ahora.
Prometió mejores escuelas, seguro universal, mejores empleos, más inversiones, menos monopolios, reformas institucionales, seguridad, y compromiso con el pueblo, con el que votó por él y con quien no lo hizo. Además, aseguró que lucharía por el dialogo que conforme a un solo país, que lo haga trabajar como un todo para el bien de los mexicanos. Su primer orden y decisión de gobierno queda establecida como la peor decisión de nuestros padres al habernos echado al mundo antes de este día, pues "todos los niños y niñas" que hayan nacido a partir del primer minuto del 1 de diciembre, serán coronados con un seguro médico que los atenderá toda su niñez. Voy Voy.
Fox, al que un saco manchado por el maquillaje que le ponen cada vez que sale en tv --ya que su fanatismo por salir fotografiado y en vivo y directo por cadena nacional lo orillan a eso--, surgió sonriente, torpe, tirando hasta la bandera e ignorante de qué hacer con ella. Luego se dio un abrazo con Calderón y le dijo: "Te entrego el país, te lo dejo bien armado. Yo ya me voy, me urge dormir, desde mañana ordeño de nueva cuenta."
Pues bien, al terminar esta novedosa ceremonia, de la nada vuelve Calderón pero ya dentro de la Biblioteca José Vasconcelos de Los Pinos y dirige un mensaje a la nación, del cual no me acuerdo. Pero tenía que ver con su conciencia, su tarea, y lo que pensaba hacer del país después de esos quince minutos gloriosos de Fox en que arregló todo y descompuso más. Ah, también confirmó su presencia en el Congreso.
Los que tienen el poder, hasta ahora, nunca dijeron cosas negativas del perredismo o de los diputados violentos, pero sí los que en Radio Fórmula, Televisa y Tv Azteca se formaban; su objetividad fue rebasada por la Ley Televisa. El asunto es que hubo culpables, pero los únicos que no lo fueron son los del PAN y los de la presidencia, quienes felices llegaron a burlarse en la mañana del primero de diciembre al congreso, como si la situación del país fuera culpa de todos menos de ellos.
Ya en ese día primero, de nuevo presidente, los golpes se tornaron más fuertes, los curules volaban y el estrado principal del Congreso volvía a ser ocupado por lo panistas. Los invitados llegaron, ya no todos. Calderón entró por la puerta de la chacha, al igual que Fox, y en un acto veloz, hicieron lo que marca la constitución: Entrega de Bando, Protesta y canto del himno. Claro, en medio de gritos, chiflidos, aplausos, y manos en señal de victoria. Y también, con la misma sonrisa de Fox, burlona, a la que Emilio Gamboa acuso de impertinente y de provocativa sobre todo para el priísmo.
Luego, en el auditorio, en una entrada como de espectáculo, Calderón dirigió su primer discursó a la nación. Después de haber saludado a mamones, actrices escandalosas, escritores lamiscones, gente desconocida e indígenas, en los que se detuvo más tiempo y dedicó un abrazo mediático, subió con su familia al escenario y saludó al público. Ya en su discurso, uno muy bien preparado, con una orientación conciliatoria y progresista, con una exposición clara de objetivos e intenciones, con un compromiso fijo y tal vez prudente, con un texto lleno de citas e ideas de discursos de AMLO (1), el nuevo presidente aseguró que comenzará a decidir y dar órdenes sobre lo más importante desde ahora.
Prometió mejores escuelas, seguro universal, mejores empleos, más inversiones, menos monopolios, reformas institucionales, seguridad, y compromiso con el pueblo, con el que votó por él y con quien no lo hizo. Además, aseguró que lucharía por el dialogo que conforme a un solo país, que lo haga trabajar como un todo para el bien de los mexicanos. Su primer orden y decisión de gobierno queda establecida como la peor decisión de nuestros padres al habernos echado al mundo antes de este día, pues "todos los niños y niñas" que hayan nacido a partir del primer minuto del 1 de diciembre, serán coronados con un seguro médico que los atenderá toda su niñez. Voy Voy.
(1) Reducir su sueldo y de sus funcionarios.
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