Cómo recordará hace unos días la Conferencia del Episcopado Mexicano manifestó su “enérgica protesta” –o sea: que estaban encanijados- ante la “falta de respeto y violencia” que mostró un montonal de policías federales al irrumpir en un templo en plena misa de XV años con el objetivo de detener a miembros del cártel de la Familia Michoacana entre los que se encontraba el líder de la misma, Miguel Ángel Beraza, alias "La Troca".
Pero el comunicado eclesial no fue suficiente. Por eso, para darle más punch a su enérgica protesta, esta horda de hombres de Dios tomó las calles para exigir que se cumplan dos condiciones si a caso la policía federal vuelve a realizar un operativo de este tipo: Que al menos, antes de hacer su estridente aparición dentro del templo, ¡se persignen, carajo! Ya no respetan ni a su madre…. Iglesia.
Y que… ¿pues qué no se dan cuenta? ¿Cómo se atreven a detener a estos discípulos de Cristo –con sus computadoras, celulares, vehículos de lujo, dos armas largas- cuando todavía no pasaba la charola del diezmo?
Por favor, ¡Que no vuelva a suceder!
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