Desde hace un tiempo relativamente corto las encuestas electorales se han introducido en el ambiente político mexicano, de tal suerte que hoy en día las elecciones no se entienden sin estos instrumentos demoscópicos. Se les utiliza por parte de los partidos para seleccionar candidatos y establecer estrategias de campaña, los medios de comunicación las promueven por el interés que despiertan los procesos electorales en la opinión pública y son muy útiles para evitar un resultado sorpresivo que pudiese implicar una alteración de la voluntad que los ciudadanos habrían de expresar en las urnas.
Desde luego, no todas las empresas de opinión pública han alcanzado el reconocimiento necesario para poder confiar en sus pronósticos. Hay las que se han posicionado de manera excelente, otras que lo vienen intentando y otras que son todavía de dudosa procedencia. El propio mercado electoral se ha encargado de distinguir entre las buenas y las que pueden considerarse francamente empresas “patito”.
Pero si algo se sabe es que la realización de una encuesta no es un trabajo sencillo o que salga barato. Establecer una muestra, armar un cuestionario, desplegar el trabajo de campo, recopilar, procesar y analizar la información es un esfuerzo complejo y, sobre todo, costoso. Se trata de un procedimiento que requiere conocimientos, virtudes y habilidades propias de una empresa especializada. Es todavía más complicado cuando se trata de estudiar el comportamiento de lo que en un futuro cercano estarían dispuestos a hacer los ciudadanos. No es tampoco cualquier estudio de mercado, pues se interroga a los entrevistados sobre sus preferencias políticas.
Todo lo anterior viene a cuento porque ante las elecciones que se llevarán a cabo en julio próximo, han empezado a aparecer resultados de encuestas que buscan advertirnos de cómo estarían las predicciones. Nadie debería sentirse sorprendido, ya que lo que se presenta es sencillamente una fotografía previa y muy anterior de lo que podría ocurrir dentro de tres meses, aunque es posible asumir que algunos actores políticos estarían buscando desde ahora aprovecharlas para influir en el ánimo de los electores. El problema es que casi nunca nos informan quién las patrocina.
Tan sólo hace unos días aparecieron dos resultados de encuestas sobre la próxima elección en Zacatecas. Una le dio ventaja al Partido Revolucionario Institucional y otra al Partido de la Revolución Democrática. Lo curioso es que en las dos el Partido Acción Nacional aparece en segundo lugar. Tal disparidad es sorprendente y, por lo menos, deja entrever que una de estas encuestas no necesariamente miente, pero sí que su trabajo resulta deficiente. Se puede deber a la muestra utilizada, al método para obtener la información, aunque también a la manera de interpretar los resultados.
Uno de los mayores problemas que enfrentan los encuestólogos es el de ubicar a muchos de los “votantes probables”, aquellos que no definen con claridad su intención de voto pero aseguran que irán a la casilla. Otros son quienes sí lo hacen, pero que no parecen muy convencidos de acudir a las urnas el día de la elección. Se ha buscado utilizar algún ponderador que, sin embargo, termina por resultar un ejercicio demasiado subjetivo. Otra cuestión es el amplio número de entrevistados que dice al encuestador no haber definido su preferencia, que no sabe o no contesta.
Hace apenas unos días apareció una encuesta sobre Sinaloa de la empresa Mitofsky. Ésta es sin duda una de las casas encuestadoras más serias y prestigiadas en el mercado mexicano, la cual es dirigida por el actuario
Roy Campos. Lo interesante de este estudio es que el candidato del PRI, Jesús Vizcarra, y el de la alianza que incluye al PAN y al PRD, Mario López Valdés, se encuentran prácticamente empatados, lo que nos indica que se avecina una elección de pronóstico reservado. Seguramente en el PRI se han encendido los focos rojos y en sus adversarios se confirman las bondades de haber procedido a una alianza.
Es importante señalar que, con tal de llevar agua a su molino, los partidos y candidatos tienden a presentar los resultados de las encuestas como mejor les convenga. Es el caso de Hidalgo, en donde el perredista José Guadarrama las descalificó por el simple hecho de que no lo señalaron como el mejor candidato de una alianza que busca terminar con los gobiernos priistas. Entonces prefiere una elección abierta, que los partidos no parecen dispuestos a realizar.
Estando a punto de arrancar las campañas en 15 entidades del país, es muy probable que se deje venir toda una andanada de encuestas. No obstante, ante la proliferación, habrá que tener cuidado en distinguir entre aquellas que realizan las empresas serias y las que solamente resultan de ocasión.
Pero si algo se sabe es que la realización de una encuesta no es un trabajo sencillo o que salga barato. Establecer una muestra, armar un cuestionario, desplegar el trabajo de campo, recopilar, procesar y analizar la información es un esfuerzo complejo y, sobre todo, costoso. Se trata de un procedimiento que requiere conocimientos, virtudes y habilidades propias de una empresa especializada. Es todavía más complicado cuando se trata de estudiar el comportamiento de lo que en un futuro cercano estarían dispuestos a hacer los ciudadanos. No es tampoco cualquier estudio de mercado, pues se interroga a los entrevistados sobre sus preferencias políticas.
Todo lo anterior viene a cuento porque ante las elecciones que se llevarán a cabo en julio próximo, han empezado a aparecer resultados de encuestas que buscan advertirnos de cómo estarían las predicciones. Nadie debería sentirse sorprendido, ya que lo que se presenta es sencillamente una fotografía previa y muy anterior de lo que podría ocurrir dentro de tres meses, aunque es posible asumir que algunos actores políticos estarían buscando desde ahora aprovecharlas para influir en el ánimo de los electores. El problema es que casi nunca nos informan quién las patrocina.
Tan sólo hace unos días aparecieron dos resultados de encuestas sobre la próxima elección en Zacatecas. Una le dio ventaja al Partido Revolucionario Institucional y otra al Partido de la Revolución Democrática. Lo curioso es que en las dos el Partido Acción Nacional aparece en segundo lugar. Tal disparidad es sorprendente y, por lo menos, deja entrever que una de estas encuestas no necesariamente miente, pero sí que su trabajo resulta deficiente. Se puede deber a la muestra utilizada, al método para obtener la información, aunque también a la manera de interpretar los resultados.
Uno de los mayores problemas que enfrentan los encuestólogos es el de ubicar a muchos de los “votantes probables”, aquellos que no definen con claridad su intención de voto pero aseguran que irán a la casilla. Otros son quienes sí lo hacen, pero que no parecen muy convencidos de acudir a las urnas el día de la elección. Se ha buscado utilizar algún ponderador que, sin embargo, termina por resultar un ejercicio demasiado subjetivo. Otra cuestión es el amplio número de entrevistados que dice al encuestador no haber definido su preferencia, que no sabe o no contesta.
Hace apenas unos días apareció una encuesta sobre Sinaloa de la empresa Mitofsky. Ésta es sin duda una de las casas encuestadoras más serias y prestigiadas en el mercado mexicano, la cual es dirigida por el actuario
Roy Campos. Lo interesante de este estudio es que el candidato del PRI, Jesús Vizcarra, y el de la alianza que incluye al PAN y al PRD, Mario López Valdés, se encuentran prácticamente empatados, lo que nos indica que se avecina una elección de pronóstico reservado. Seguramente en el PRI se han encendido los focos rojos y en sus adversarios se confirman las bondades de haber procedido a una alianza.
Es importante señalar que, con tal de llevar agua a su molino, los partidos y candidatos tienden a presentar los resultados de las encuestas como mejor les convenga. Es el caso de Hidalgo, en donde el perredista José Guadarrama las descalificó por el simple hecho de que no lo señalaron como el mejor candidato de una alianza que busca terminar con los gobiernos priistas. Entonces prefiere una elección abierta, que los partidos no parecen dispuestos a realizar.
Estando a punto de arrancar las campañas en 15 entidades del país, es muy probable que se deje venir toda una andanada de encuestas. No obstante, ante la proliferación, habrá que tener cuidado en distinguir entre aquellas que realizan las empresas serias y las que solamente resultan de ocasión.
Por Juan Francisco Reyes del Campillo*
EMEEQUIS / 12 de abril de 2010
*Ex consejero electoral del IEDF, se desempeña actualmente como profesor investigador de la UAM Xochimilco
http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/219/32.pdf
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