23 enero 2012

Cine Hernández


Por Ricardo Fernández De Lara Sánchez
Allá por lo años de la década del 30, comenzó a funcionar en la Av. Independencia Nacional el Cine “Hernández”, cuyo propietario fue el más grande comerciante de Tlaxco, Don Mariano Hernández López, nombre muy famoso y renombrado en este lugar.
En aquél tiempo el cine tenía dos localidades: Luneta y Galería (gayola), y el carpintero Filemón Hernández (hermano de Don Mariano) era el que cobraba las entradas; en ese entonces el boleto costaba treinta centavos. Las películas eran mudas (muy famosas las de Charles Chaplin) y el cine sólo contaba con un solo proyector, de modo que cada vez que terminaba de rodar un rollo, había que esperar mientras embobinaban el siguiente. Ya con el paso del tiempo Don Mariano compró dos proyectores de mucha capacidad y de origen alemán.
El cine “Hernández” contó con varios manipuladores de proyector, cabe mencionar a Don Chema López, Pablo Carmona (Pablis), Don José Márquez (papá de “Los Genios”), Don Rafael Mejorada y en los últimos 3 años de existencia de esta diversión con Don Aurelio Islas.
Don Mariano viajaba continuamente a la Ciudad de México D. F. con el fin de contratar las películas (en la casa de alquiler le exigían que “prefiriera” películas del vecino país del norte) y posteriormente eran enviadas por el ferrocarril a la Estación San Luis (hoy cubierta por la Laguna de Atlangatepec), lugar donde las iban a recoger los empleados de Don Mariano y uno de ellos era Don Pepe Márquez (hermano de “Conchita”, “Quechita”, “Marro” y demás hermanos).
Abriendo un pequeño paréntesis, Don Pepe entró a trabajar con Don Mariano en el año 1937, era tan eficiente que se volvió el brazo derecho del patrón, en una ocasión enfermó Don Mariano ausentándose un tiempo de esta ciudad, le dejó toda la confianza de sus negocios, inclusive autorizándole firmar documentos del giro; Don Pepe también fue famoso por las letras tan bellas que hacía, en muchos lugares fueron plasmadas y las vemos hasta la fecha. Él está un poco mermado de salud, pero no pierde el ánimo de recordar estas historias y sabe que lo apreciamos.
Regresando al sentido de estos recuerdos, cientos de películas, tanto estadunidenses como mexicanas, fueron exhibidas en la pantalla de este cine. Una de las más espectaculares y que causó revuelo fue la de “Los Bandidos de Río Frío” (existe un libro al respecto). Este evento causó tantas emociones que tuvo que ser proyectada dos veces (sábado y domingo), con un local pletórico de asistentes y por si fuera poco, por instrucciones de Don Mariano, el lunes fue nuevamente proyectada, aunque fue  puerta cerrada, para Don Mariano, familia y amigos (de sus amigos recordamos a Manuel Vázquez, el Mister Carmine J. Grant, Don José Sosa, Rogelio Arroyo, Heriberto Espino, Federico Pavón, Gonzalo Carmona, Mateo Gutiérrez, (en el ambiente del juego escuchamos a uno que otro cuando se equivoca: “Como dijo Mateo: Perdón) y muchos otros que se escapan a la memoria).
La propaganda de las películas la hacía don Pepe Márquez, se encargaba de pintarle la cara de payaso a su hermano Elpidio (“Pillo” el cartero), y lo subía al automóvil de Don Mariano para que gritando (no existía el sonido) anduviera anunciando en las calles las películas, causando gracia y alegría (sobre todo en los niños que admiraban su vestimenta y su cara de payaso). Algunos años después tuvimos la oportunidad de ver a Don Rosendo, quien con una bocina hechiza, se dedicaba a pregonar por las calles los nombres de las películas, lo acompañaba Don Tomás Balderas, quien repartía los volantes. Don Pepe también pintaba algunas aceras de esta ciudad con los nombres de las películas. Además, una cartelera era colocada en el arbotante del alumbrado del zócalo (los arbotantes eran hechos con tubos de agua potable) y otro era puesto en la parte exterior del negocio de Don Mariano (se llamaba “Mi Tienda”).
Durante algunos años, el comienzo de la función era anunciado por medio de cohetes. A las 19 horas hacían estallar el primero, a las 19:30 tronaban el segundo y a las 20 horas se escuchaba el estruendo del tercero para dar inicio a la función.
Las butacas las trajeron de los Estados Unidos, cómodas y resistentes; después fueron donadas a la Iglesia cuando cerró sus puertas, actualmente prestan servicio en el Auditorio Parroquial. Éstas las donó Don Rafa Mejorada (presidente municipal de 1974 a 1976, que durante su período fue inaugurada la Escuela Agropecuaria (septiembre de 1976), a todo mundo ayudaba, la hacía hasta de veterinario. La noche de diciembre en que murió, el volcán Popocatépetl aventó lumbre al espacio, se veía desde la torre de la iglesia, llegó a la casa donde pasó los últimos días de vida y dijo las últimas palabras: “¡Ay qué volcán! ¡Ay qué volcán!” Momentos después falleció.)
En otro orden de ideas comentaré que en diferentes ocasiones el local que ocupaba el cine, también sirvió como teatro, pues en ese lugar se llevaron a cabo numerosas veladas, donde vimos actuar a nuestros artistas tlaxquenses tanto en las obras de teatro como en las declamaciones, bailables, etc., recordando con mucho cariño a Cholita González Lima (declamaba muy bien), la maestra Josefina Larios Rodríguez (también declamaba), Pepe Grant, Francisco Guevara, Don Espiridión de Apizaco, la maestra Ma. De los Ángeles Grant (preparaba los número artísticos), el Míster (tenía mucho ingenio, en una ocasión armó un carro alegórico para un desfile, representando a las ganaderías de nuestro estado), el padre Juan Cruz Plasencia Fonseca (quien llegó a esta parroquia por la década del 60, originario de Arandas, Jalisco) él era quien ponía la sal y pimienta a estos eventos que atraían a mucha gente, pero no podemos soslayar la actuación de Carmelita González Lima, quien deleitaba al público asistente con sus canciones, con una voz admirable y por eso atinadamente le decían nuestra soprano de oro.
También el local de cine era ocupado para llevar a cabo las convenciones políticas, que servían para elegir a candidatos a la presidencia municipal o a las diputaciones locales.
Durante las funciones del cine, en el intermedio, salían algunas personas a comprar las deliciosas chalupas que hacía “Doña Lola” (esposa del matancero Don Toño Balderas), quien ponía su puesto frente del cine.
Hay más cosas que podríamos relatar y otras que se escapan a la memoria, felices tiempos aquellos, porque en la actualidad el cine ha sido desplazado en gran parte por la televisión, el video reproductor, las computadoras, el Internet y lo que trae esclavizado a medio mundo: el celular.
Como corolario de esta breve narración, diré que el Cine “Hernández” de Don Mariano Hernández (q. e. p. d.) ha dejado una huella indeleble en la historia de nuestro Tlaxco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hubieron varias peliculas las cuales tuvieron exito en Tlaxco, por ejemplo San Martin de Porres, Santa Rosa de Lima, La Sonrisa de la Virgen de Guadalupe, peliculas de cantinflas, la del Profe, cuando desfilaban los niños y decian "chirrin chirrin, mi profesor, de a mentis si de a devis no, primero hay que estudiar" esto lo repetia mucho Joaquin Franquis, era tal el exito que tenian que poner sillas en los pasillos, bonitos recuerdos, mi padre fue en un tiempo quien recogia los boletos, mis hermanos y yo teniamos la entrada libre.

Richard, gracias por los recuerdos.

J. Hugo Martinez Falcon

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