Por Jorge Esteban López García
Es divertido observar cómo pasa una edecán mostrando un gran escote, es una experiencia bonita porque apreciamos sus formas y belleza, pero no es tan divertido si pensamos que era un Debate en el que los 4 candidatos a dirigir un país estaban presentes.
Aunque ese no es el tema, porque fue un grave error por parte del productor y del IFE, sí podemos definir cuál es la situación de nuestro país: Somos incapaces de reconocer cuál es el sentido de algo.
Dejando de lado esto, el contenido de esta actividad fue nulo. No hubo propuestas ni discusiones que ayudaran a identificar cuál de los 4 es el mejor, de tres sólo hubo acusaciones y bonitos deseos de mejorar México, y solamente uno propuso pero sus argumentos son débiles.
Gabriel Quadri fue este solitario candidato que todo el debate se dedicó a enviar propuestas para un gobierno mejor, pero también reclamos de la forma de ser de los políticos de siempre. Al principio dijo que era Candidato Ciudadano y después se hizo llamar político como los otros tres. También aseguró que eliminaría toda la contaminación ambiental, porque eso daña a México, promoviendo la cultura sustentable. Sus intervenciones fueron correctas, pero sin argumento que las sostenga dentro de un país con culturas diferentes y con muchas creencias inciertas.
Peña Nieto tuvo que defenderse de todos los ataques, incluso atacó, pero no supo contestar cuando le dieron el revés máximo, al decirle que todos los corruptos a los que acusa están en la cárcel y él ni siquiera la ha pisado. Tono priista tuvo para decir que él cambiará al país atrayendo la inversión y promoviendo el empleo, por eso firma todos sus compromisos.
López Obrador, de quien se dice tiene el mismo discurso de siempre, atacó hasta donde pudo al priista, pero también propuso y hasta sacó a relucir acusaciones fuertes en contra de los más influyentes del país. Conocedor y con gran colmillo, aprovechó las acusaciones de la única mujer en la mesa para entrarle también a los señalamientos.
Josefina Vázquez, acabada por la intriga de su dieta, por la necedad de su postura y por las incontables equivocaciones, solamente acusó y lanzó una que otra propuesta que sonó foxista y calderonista, además de que llevaba bien aprendido su discurso debajo de tan grato maquillaje y tan reluciente vestido. Sonriente como siempre, no ocultaba las ganas de rebasar e Peña Nieto, pues no tomó en cuenta a los demás.
Con todo y soliloquios, discursos de siempre y demás, este debate fue un show muy divertido. Sea por la modelo, o por las acusaciones, por lo errores, por la forma inteligente de Quadri, por la manera recta de Peña, por los izquierdazos de Obrador o por la decadente Vázquez Mota, este debate muestra muchas cosas, una de ellas es la lucha por el poder y el circo que se arma alrededor.
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