Por Jorge Esteban López García
Muchas veces he estado en decisiones peligrosas con respecto a Tlaxco, en todas escucho la defensa de intereses personales y nunca la defensa que debemos hacer por nuestro pueblo. Creemos que defender nuestras ideas es hacerlo por las ideas de todos, creemos tener la razón y nos olvidamos que hay otras personas que tienen más razón que nosotros.
Esto pasa en Tlaxco, donde piden permisos para escalar a costa del sudor de otros, a pesar de que dijeron terminarían de componer ese tramo en que estaban. Pasa acá, donde nadie quiere a los suplentes, ni a los que por jerarquía "democrática" y por "ley" tienen que llegar (pero que de alguna forma fueron "apoyados"). Pasa en este pueblo, donde hasta el pueblo es cómplice y por eso guarda silencio; porque espera ser "apoyado" cada campaña política.
Tlaxco es un pueblo tranquilo, tan tranquilo que no habla, no se entera, no pregunta; desconoce quién es su presidente interino y desconoce quién está dentro del Palacio y desconoce quién atiende y desconoce muchas cosas.
Pero todo esto puede olvidarse ahora, cuando hubo un cambio que suena paradójico. La gente de Rosalinda Muñoz argumentaba que no podía llegar a la silla presidencial "un foráneo", pero la sorpresa es que allí está como presidente municipal interino. Foráneo a quien durante toda la campaña política Rosalinda Muñoz trajo como asesor político y candidato a primer regidor por parte del PVEM.
Esta situación es difícil de entender, pues muchos dicen que la mayoría de Tlaxco está en contra de que haya alguien que no es de Tlaxco. Incluso al que escribe este artículo lo acusan de traidor por apoyar en lo personal a un "foráneo". Son paradojas y vueltas que da la vida; algo que no se entenderá del mexicano.
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