Por Jorge Esteban López García
Nacido el 18 de agosto de 1918 en Tlaxco, Tlax., este gran personaje de Tlaxco forjó una carrera dentro del sacerdocio, llegando a ser Arzobispo. Pero lo más importante, dentro de su carrera eclesiástica, encontró el camino de la verdad en la humildad y sabiduría. Fue un gran pensador, un filósofo de la vida que ayudó a quien pudo y que acercó a Dios a muchos, incuso a él mismo.
Hoy 18 de agosto, a 95 años de su nacimiento, la Parroquia de San Agustín le celebra y ofrece un homenaje póstumo, en el que participaron familiares, amigos, sacerdotes y gran cantidad de feligreses. Destacamos la presencia de su viejo amigo, Juan Cruz Plascencia, también sacerdote y encargado de la Capilla del Carmen en Apizaco. Además de sacerdotes y feligreses del Estado de Oaxaca, donde Carrasco Briseño fue Arzobispo por muchos años y en donde lo consideran “Santo”.
Dentro de la Misa se describió brevemente el pensamiento y la forma de vida de “Bartolito”, como muchos le dicen en Tlaxco. Quien se aseguró tenía pensamientos bien definidos, una búsqueda trazada, era un hombre inteligente y un gran pastor de Dios. Su humildad le permitía sacrificar muchas cosas con tal de ayudar. Agradecía al pueblo y a Dios todo lo que tenía. Siempre fue un gran humano.
Al finalizar, agradecieron a los organizadores, luego invitaron a los asistentes al bautisterio a la pequeña muestra en su honor, le cantaron las mañanitas en la escultura que está al frente de la Iglesia y para finalizar develaron la Placa que conmemora su aniversario y dará su nombre, a partir de hoy, a La Casa de Cristiandad: Arzobispo Bartolomé Carrasco Briseño.
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