27 mayo 2014

Cosas del futbol / El show en Palacio Nacional

Por Josetxo Zaldúa mar, 27 may 2014

Que sepamos, el Tri no va a la guerra. Sí va a un país, Brasil, tan fantástico como convulsionado socialmente. De ahí a armar un show como el que hoy se escenificó en Palacio Nacional media un abismo. Dudo que esa puesta en escena ayude a unos jugadores que ya sienten la responsabilidad de salvar a la nación. Creo que el efecto será adverso. Equipo disparejo, atenazado por un encargo que no se corresponde con la realidad, los futbolistas del Tri, con Miguel Herrera a la cabeza, ya recibieron el fatal encargo de “sí o sí” en esa desafortunada ceremonia palaciega.

No merecían ese show. No era necesario. Daba grima ver el escenario, digno de grandes y trascendentales anuncios relacionados con el titubeante devenir del país. Se pasaron de tueste y, de paso, trasladaron toda la responsabilidad a unas personas que se dedican nada más a patear una bola. Qué disparate!

Fue, además, una puesta en escena alejada del espíritu republicano. Lo que debió ser un puro y rápido trámite se convirtió en una ceremonia de Estado. Mal asunto.

Con todo y ese disparate sería bueno que al Tri le sonriera la fortuna en la atribulada Brasil. País fascinante y desacomplejado, hermosamente multirracial, extrovertido y a la vez combativo, Brasil enfrenta un reto descomunal. La presidenta Dilma Rousseff, ex guerrillera y torturada por los militares golpistas, se juega en la cita mundial del futbol su futuro político.

País tan injusto socialmente como México, se diferencia de nosotros porque su tejido social es más valiente y sensible. Tanto que por ello los dos recientes gobernantes llegaron a la jefatura del Estado desde la izquierda: Lula y Rousseff. En México, todavía, eso es una quimera. Los controles mediáticos, políticos y económicos imperantes en nuestro país son superiores a los brasileños.

Asombra que un país tan futbolero como Brasil esté viviendo una situación que amenaza con desbordar al gobierno y, por supuesto, a la insensible y derrocable FIFA. Tanto así que hasta el ex futbolista Ronaldo, miembro del comité organizador, declaró hace dos días que todo es un desastre. Antes, otro genio llamado Romario, hoy diputado de izquierda, se cansó de criticar el derroche que el gobierno está haciendo so pretexto del Mundial.

No todos los brasileños están movilizando su descontento. Son minoría. Pero esa minoría puede descabezar y destartalar la cita futbolera. Bien lo sabemos en México. Las minorías siempre son relativas, pero meten no poco ruido y son capaces de generar muchas broncas. Mejor la palabra que la macana.

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