Por Jorge Esteban López García
Don René López Balderas fue un personaje coherente. Como funcionario, cuando le daban un peso, había que justificarlo correctamente y usarlo hasta el último centavo.
Junto con él, la Comisión Ciudadana del Museo de Tlaxco logró un apoyo del Pacmyc, el cual no sólo ha disfrutado la comisión y el museo, también lo han disfrutado dos de los recientes ayuntamientos de Tlaxco y el Museo de Huamantla (por invitación de Don Cheché). Supervisados y vigilados por él, tuvimos que justificar todo, hasta lo más absurdo.
Desinteresadamente, apoyó en varias exposiciones sobre la historia de Tlaxco, aportando documentos y fotografías que reunió durante su labor como historiador aficionado (como él se hacía llamar).
Constantemente solicitaba información al Ayuntamiento, ya sea de manera directa o mediante la Comisión de Acceso a la Información del Estado (llamada de diferentes maneras según el estado de ánimo de los gobiernos en turno), y le respondían mal e incompletamente.
Tocaba heridas o hurgaba en zonas delicadas de las administraciones, sobre todo en la de Jorge Rivera, quien ya no quería saber nada de este "necio" personaje. Una de esas delicadas zonas es Victoria Dorantes (que por cierto, para mi también es irrelevante, hay personajes más importantes) y de la que le pidieron guardar silencio, pero extrañamente, uno de aquellos "importantes" personajes que lo censuró, publicó el año pasado en El Sol de Tlaxcala una nota con la información que el Contador investigó.
Tuve el honor de ser su amigo, así me consideraba, amigo, y de recibir varios consejos de su parte. Uno de esos consejos es hacer lo que tenía que hacer para beneficiar al pueblo, en lo cultural o en lo que fuera. Recuerdo que me dijo muchas veces: "Usted, nosotros, ya dimos el primer paso, ahora deje que los demás sigan. Si no, no quedará en nosotros." Esto me lo dijo cuando estaban a punto de suprimir el festejo del Aniversario del Palacio Municipal de Tlaxco.
Tradiciones, era por lo que él luchaba. Buscaba en cada apellido un motivo para existir, buscaba respuesta a nuestras tradiciones, buscaba la historia que nos hace Ser.
Era un hombre de tradiciones, no de ocurrencias. Una de esas tradiciones fue el festejo del carnaval en la capital tlaxcalteca, que el inició cuando fue Secretario de Turismo y que en la actualidad nos representa a nivel internacional y que tiene más de veinte años de realizarse en las calles de la Ciudad de Tlaxcala.
Don René era de los necios que valen la pena (como la canción de Silvio), y de los que necesitamos en Tlaxco, no para conveniencia personal, para beneficiar a todos.
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