Por Jorge Esteban López García
Tlaxco no fue la excepción, ganó Morena con una candidata que todos desconocen, nadie sabe algo concreto de ella, ni siquiera saben si es de Tlaxco, Tetla o Atlangatepec, tampoco saben cómo fue candidata a la diputación local (primero por PRI, luego PT y no me extraña que haya tocado otras puertas). Le quitaron su candidatura en el PRI, donde seguramente iba a perder, para dársela a Sergio Hernández, quien ha perdido todas las elecciones en que ha competido y en esta ocasión obtuvo la oportunidad mediante el estatal Partido Socialista.
La joven Mariana Jiménez Zamora, de quien muchos creían obtendría el triunfo, también fue víctima de este voto dirigido a la Presidencia de la República, no precisamente pensado para los candidatos a diputados locales, federales y senaduría. Además de ella, uno de los interesados en cambiar el rumbo de la política, Jose Carlos Serrano, no fue beneficiado con el voto, pues en estos momentos sabemos que la figura de los candidatos independientes ya no es la mejor.
Ciro Ríos y Ángel Márquez también fueron derrotados por esta historia -trágica para los que siempre han estado en el poder-, pues con esta revolución de la democracia (revolución en el sentido de cambio repentino, como las revoluciones de un motor), el PRI quedó totalmente derrotado y faltó poco para perecer por culpa de su propia ideología (en caso de que la tuviera).
Ahora, lo que se espera, es que Morena responda y sea coherente con sus principios y con las propuestas de su candidato. Pero también, y como lo dije hace unos días, lo que se espera es que la ciudadanía sea quien gobierne, como lo indica la definición de la democracia, y quien busque que el país sea mejor cada día.
Desgraciadamente no faltarán aquellos que se rigen con las tradiciones políticas de antaño, que desearán lo peor al nuevo gobierno, que insisten en que México será Venezuela y Cuba, que ruegan para que no se cumplan sus propuestas para decir: "Ya ven, se los dijimos..." Son aquellos que nunca aceptaron gente capaz, gente con ganas de trabajar y que ahora perdieron ese poder de quitar y poner a su gusto.
Pero todo eso ya no debiera existir, porque fue un cambio total, el partido en el poder ya no es el PRI, es otro. El Congreso y el Senado ya no son del PRI, son de otro partido, entonces debemos creer en las propuestas de Morena y en sus preceptos, no para seguir humillándonos, sino para supervisarlos, apoyarlos, proponerles, exigirles, hablarles, dialogar y consolidar esta democracia mexicana. Esto significa trabajar con el nuevo gobierno, porque el gobierno debe trabajar para todos, no sólo para los morenistas y estos no son los únicos que merecen trabajar, todos merecemos trabajar porque tenemos muchas capacidades y virtudes.
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