Por Jorge Esteban López García
Desconozco con precisión qué pasó en Bolivia, pero tampoco justifico que alguien llegue en nombre de Dios a ocupar un puesto de gobierno, donde no todos son católicos y mucho menos ateos (no es lo mismo hablarse de Tú con Dios a decir que vienes en nombre de Él a mandar todo a la chingada). Me interesa mucho esa problemática porque la compartimos. Por ejemplo, No creemos en Dios, creemos en un ser que nos inventaron para dar continuidad a la maquinaria de la vida. Es decir, comprar un celular de veinte mil pesos, asegurarlo, descontinuarlo, descomponerlo y comprar el celular de treinta mil pesos, igual de bonito, moderno, uff, te ves a la altura de un europeo que usó ese teléfono hace meses y seguramente se echó un pedo junto a su majestad y le dijo salud al poeta de la esquina y está diciendo que los americanos son bien pendejos porque creen que lo que él hace es muy chingón. Aunque creo que los bolivianos son otra cosa, porque sus creencias se basaron en Bolivia, un país que dió el primer paso para acabar con la pobreza y nunca las basaron en que Maluma se ve mejor en Estados Unidos que en nuestra América. Les destruyeron su bandera, el primer ataque a las creencias de un pueblo adolorido como el nuestro. A nuestros antepasados también les destruyeron sus ídolos, fue el primer paso para depositar los espermas de una cultura como la española (que no es lo mismo a la catalana), y dejar un México sin creencias fundamentadas en un Dios verdadero, sólo en un "creemos en que creemos en un Dios" (no recuerdo como se le llama a estas oraciones en la Lógica, no estoy seguro si eran tautológicas, pero eran algo). Y ahora nos espantamos de que rayan las paredes. En Bolivia y en Francia y en Inglaterra y en Estados Unidos también lo hacen, y no precisamente por lo mismo que en México, lo hacen porque defienden sus creencias, no sólo por religión o moda (como los chalecos amarillos mexicanos), lo hacen porque quieren ser escuchados.
Algunas mujeres, muy pocas, dicen preferir que les rayen el auto último modelo que salía en la televisión como el más lujoso y cómodo, a que les rayen las nalgas y las dejen abandonadas en una barranca. Pero también, en una plática que tuvimos un compa y yo, dedujimos que ni una ni la otra. Porque estamos acostumbrados a decir: "Agradece a Dios que no te mataron". Vuelvo al ejemplo de ese ser divino que nos han inventado, ¿debo agradecer que sólo me quitaron el celular de cuarenta mil pesos, porque me pudieron matar? ¿Una niña de 10 años debe agradecer a Dios que no la mataron después de haberla violado, torturado, chingado su vida?
Creo que los bolivianos tienen razón, defienden su creencia fundadamente y no se llama Evo Morales, él sólo era un guía, la defienden en base a lo que ellos quieren para su país y para su pueblo y para conservar su cultura. Esta mujer, la que entró con una biblia y dijo que los indios no deben estar en la ciudad, basa sus discursos en algo ajeno a lo que ella es, porque no es ni europea ni gringa ni boliviana (y qué bueno que no lo sea, los bolivianos deben estar avergonzados), es una mujer que cree creer en Dios.
Pero bueno, "de lo malo, lo mejor". De verdad que somos bien pendejos. No justifico, pero tampoco señalo. Si es la única manera de hacernos entender que las estamos matando, de hacernos entender el dolor que sufre una madre al no encontrar a su hija, de hacernos entender que una mujer violada no solamente es porque le destrozaron el himen, de hacernos entender que estamos fallando en algo y que hasta los hombres amanecen muertos, si es la única manera, adelante. Porque nadie las escucha después de muertas, porque nadie las escucha después de violadas, porque nadie las escucha cuando alguien las manosea.
Como los bolivianos, ellas se pueden defender solas, no necesitan de Trump y sus plegarias a un dios inventado, tampoco necesitan decir: "Gracias a dios no me mataron" (No, la verdad es que gracias a Dios no debió pasarte nada). Sólo necesitan decirnos que algo estamos haciendo mal, y ellas también, porque en la cocina las habas se cuecen de otra manera.
Mientras tanto en Bolivia, Chile, Colombia y principalmente en Haití, las plegarias a la ambición deben cambiar, por lo menos ser menos cínicos, para que podamos decir: "Hay que darle gracias a Dios de que este no robo tanto."
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