Por Ricardo Fernández de Lara Sánchez
Cuando ya había aprendido a hacer la barbacoa, entonces se dedicó a vender tacos en el mercado municipal de esta ciudad.
Qué bonitos recuerdos del Mercado, lleno de gente los domingos (y hasta los lunes), venían personas de muchos lugares, sobre todo de las haciendas y ranchos. Los mesones de don Aracadio Hernández, de los Gutiérrez, (calle Domingo Arenas, de don Goyo (calle Xicohténcatl), no eran suficientes para albergar a tantos animales, y por eso, don Manuel Hernández (papá de las chicas) habilitó parte de su casa para prestar este servicio y también muchas personas mas, abrían las puertas de sus casas para alojar a los animales. (Ese Tlaxco tan bonito, jamás volverá).
Pues bien, ya en los últimos años de Doña Panchita, quién no recuerda que en su casa a temprana hora llegaban los comensales a degustar de la barbacoa, del consomé tan rico y esas tortillas de comal y esa salsa verde casera que todavía era molida en los tecajetes de piedra.
Y ya como a las 9 o 10 de la mañana, Doña Panchita se ponía su sombrero de palma y cargaba en su carretilla, una mesita, un cajón donde llevaba la barbacoa, y todos los demás utensilios y se trasladaba al mercado que estaba frente al Portal Hidalgo de los Castellanos. En poco tiempo se agotaba la barbacoa.
También en su casa preparaba los borregos que le encargaban para muchas fiestas.
Todavía hasta la fecha se continúa con esa tradición. El hijo de Panchita, Porfirio, mejor conocido como "Porfirio Cadena", se dedica a hacer las barbacoas de hoyo.
La barbacoa es una de nuestras mejores muestras de gastronomía y además es una tradición que data de muchos años atrás.
Espero les haya gustado esta sencilla crónica a mis inclitos amigos del face.
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El único favor que les pido es que SEAN FELICES.
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