Por Jorge Esteban López García
Mitocondria, a diferencia de Mito, produce energía para las células que dan vida. Mito, a diferencia de aquella, produce misterio e intriga a nuestra vida. Por eso una de las preguntas más grandes para la Filosofía es ¿Qué es la Realidad? De allí se desprende la pregunta por la Existencia. De lo cual surge la inquietud muy personal de saber el sentido de nuestras vidas. Y casi siempre concluimos que, para obtener ese famoso sentido, usamos al lenguaje, el cual es nuestra herramienta para decir la verdad.
¿Quién sabe la verdad de las cosas y de los hechos? ¿Quién puede asegurar cómo pasó? ¿Quién puede asegurar lo que pasó y para qué pasó?
Victoria Dorantes.
Ni mujer ni hombre, mito, musa.
¿Por qué no te dejaron ser musa? Debiste salir de algún lugar llamado Tlaxco, tal vez de la parroquia de San Agustín, y enamorar a un descubridor de belleza; o aparecerte en una mesa pidiendo la orden y dejando boquiabierto a quien te eternizaría. Sólo debiste ser eso. Inclusive debiste nacer donde se te diera "la rechingada gana."
Seguramente fuiste una mujer normal, un humano que nació en algún lugar, que comía, vestía y trabajaba para poderse ganar la vida. Seguramente te divertías, llorabas, te enojabas y como Willebaldo Herrera Téllez recuerda en un recado que le enviaste: Preferías que todos te recordáramos como esa imagen de La Patria, no como una mortal.
Jorge González Camarena te conoció en algún lugar. Si te conoció en Tlaxco, qué honor para nuestro pueblo, porque no todos los días se reciben visitas de ese tipo. Si te conoció en la gran ciudad, como otros dicen, qué honor que se haya fijado en tan distinguida belleza. Y si andabas en busca de trabajo y tu destino fue representar a ese mítico personaje, aún más honor, porque los artistas inmortalizan su obra con personajes universales, fuera de lo común, que ni el tiempo los borrará de la historia.
Aún eres ese personaje, La Patria, nacida de la inspiración universal, del mundo de un artista que vio la belleza en una mujer nacida en Tlaxco y que pintó para eternizarla. Victoria Dorantes existe, pero en el mito, no en un domicilio o en la verdad, existe donde nadie la puede ver.
La Patria.
Pienso que esa es la verdad, la que González Camarena quiso pintar y quedó viva como una obra de arte, como un mito.
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