Por Jorge Esteban López García
Alguna vez escuché a un priista decir: "La política es aprender a tragar mierda sin hacer gestos..." Gestos que Beatriz Paredes, Roberto Madrazo, Santiago Creel, Ricardo Anaya, Lorena Cuéllar, Sergio González, etc., no hacen. La tlaxcalteca es una experta para eso, sentada desde su curul es capaz de hablar pestes de otros y decir que ella no es de los políticos de antes, que ella pertenece a la nueva forma de hacer política, que ella no comparte las ideas viejas de gobernar y todo reconociendo que pertenece a una generación de políticos que se han servido con la cuchara grande, dejando a millones de mexicanos con la mano extendida. Ella comparte esos "ideales", que en su tiempo, cuando era joven, Porfirio Muñoz Ledo seguramente le enseñó.
Por eso hoy es el fin de la hipocresía cara, de aquella que presumían los grandes demagogos de la politiquería mexicana, traga mierda sin hacer gestos. Hoy muere un discurso suave, conciliador, asertivo, oportunista, convenenciero, "chapulineador", hipócrita...
Me choca la hipocresía, no puedo ni mentir, trato de decir las cosas suaves y con buen sarcasmo, y, a pesar de eso, nunca llegaré ni a ocupar una silla en el escritorio de la recepción de las oficinas del ya pronto desaparecido PRI, igual de desaparecido que el PARM, partido que llevó a Porfis a ocupar tanto puestos y a tener tanto poder dentro de la hipócrita politiquería mexicana.
No puedo callar lo que pienso, porque puedo justificar todo lo que digo, pero siempre en favor de la razón y justicia, como pregonaba este señor cada vez que se subía al tren de un político, por ejemplo, de López Obrador, de quien inició lamiéndole los huevos y terminó relegado en una silla de ruedas tomando decenas de pastillas que le harían terminar su vida como todos los "políticos" de esa vieja escuela: Disfrutando de todo el dinero que ganaron por tragar tanta mierda.
Acá termina la hipocresía, porque la politiquería de hoy no es hipocresía, se basa en un modelo de chismes al estilo de esas grandes televisoras que dominaban el ideal mexicano. Termina esa hipocresía basada en el nuevo método de "agárrese quien pueda, a ver si nos llevan", del que Muñoz Ledo no pudo ser parte como el "mero mero", sólo tuvo que tragar mierda sin hacer gestos.
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